jueves, 29 de noviembre de 2012

'El capital': Mover los hilos





Título original: Le Capital Director: Constantin Costa-Gavras País: Francia Guión: Costa-Gavras, Karim Boukercha, Jean-Claude Grumberg Fotografía: Eric Gautier Reparto: Gad Elmaleh, Gabriel Byrne, Liya Kebede Distribuidora: EMON Estreno: 30/11/2012


El cine de Constantin Costa-Gavras se define con frecuencia con una realización inferior al argumento. Historias de corrupción sociopolítica muy complejas, meditadas, que rozan el cine de culto ("Z", "Amén", "Arcadia"). Esta vez el director vuelve a coger la sátira por el mango partiendo de un trasfondo económico, aunque su esencia se pierde al poco de abandonar la sala.

"El capital" habla de una ficción dentro de una realidad imperceptible a nuestros ojos, tapada entre algodones en las altas esferas bancarias y que controla el dinero de millones de personas, a veces con tan funestos resultados. Es una película inteligente, madura, meditada. Jacques Torneur (Gad Elmaleh) representa el éxito precoz, los excesos y los vicios de un joven empresario al que la suerte le ha sonreído muy pronto. Ahora maneja la batuta de un gran banco que mueve fortunas y da trabajo a muchas personas. Y es en esa humanidad tapada tras los billetes donde debe fijarse antes de atender a sus caprichos de joven millonario.

Pero no es de un simple banquero lo que viste de Armani a la película. Jacques cae bien y mal. Su personaje es tan ambiguo como sus intenciones. Gavras maquilla a una especie de antihéroe que se ve atrapado en su jaula de oro mientras sus 'socios' le van dando un alpiste envenenado. Pequeñas palmaditas en la espalda cargadas de recelo y planes para usurparle el trono. Por supuesto la crisis financiera está presente en todo el film aunque de una forma implícita en la historia, sutil y con mensaje final incluido.

Sin embargo, una vez más la tara del cineasta griego recae en la forma superficial de narrar el guión, en la pretenciosa sofisticación, en la apariencia de telefilm y en unas obsesiones eróticas del protagonista que abarcan más minutos de la cuenta. Es una cinta de atractivo disfraz y mucho diálogo, de exigir demasiada atención al espectador para un tema que puede aburrirle. De engancharse o de aburrirse como las piedras en definitiva. A los que consiga atrapar no pierdan de vista otras piezas sobre la crisis como el documental "Inside Job" o los cortos de Alex Sailó.

martes, 13 de noviembre de 2012

'El festín de Babette': Delicatessen danés




CRÍTICA DE 'EL FESTÍN DE BABETTE' (1987)
País: Dinamarca
Director: Gabriel Axel



Veinticinco años pasan rápido si se hacen disfrutando de los exóticos manjares que saborean los comensales de esta entrañable y exquisita cinta. En 1987, Gabriel Axel se bañó de oro con un Oscar a la mejor película extranjera por "El festín de Babette", una comedia lírica ambientada en la Dinamarca del siglo XIX. Ese año también estuvo nominada "Adiós muchachos" de Louis Malle y, como curiosidad, "Asignatura aprobada" de José Luis Garci.

Y no es para menos que la nórdica se llevara el botín. Esta delicatessen protagonizada por inocentes pueblerinos es una de esas películas que por mucho tiempo que pase no envejecen. Quizás sea la poesía que la envuelve, la cómica peculiaridad de los personajes, los emocionantes diálogos, los amores imposibles y sobre todo, la delicada forma de narrar el paso del tiempo lo que la magnifica y hace perdurar.

Corren mediados de centuria y un militar del ejército francés es enviado a Jutlandia, una localidad agrícola danesa como reflexión por su inmaduro comportamiento. Lo que en principio le parecería un pueblo lleno de moscas, sin alma ni vida, acaba por cautivarle por completo, romance de por medio. Hasta que por devenires del destino debe abandonar la aldea. Misma fortuna corre un cantante de ópera que decide retirarse una temporada en busca de paz y aire puro. Es de esta forma tan humana y aparentemente desintencionada como el espectador se hace dependiente del pueblo, de sus vastos campos, de su naturaleza y de la camaradería que presiden sus habitantes. Pasan los años y las dos damas que en su día encandilaron a los apuestos nobles ya son dos ancianas relegadas al luto y a las tareas de casa. De pronto un día suena la puerta y aparece una extraña, Babette, una mujer que huye de un París en guerra y dispuesta a lo que sea por hallar techo y cobijo pacífico.

La forma en que conectan con esta mujer, experta cocinera y ardua trabajadora, les atrapa de tal forma que pasada una década no se imaginan una vida sin ella, hasta que sus innovaciones hosteleras ponen en peligro la calma espiritual de los pueblerinos. Así empieza un festín de cacerolas, vino, postres y cine que el espectador saborea en su paladar y surge la sonrisa, la melancolía, la nostalgia, la lágrima. El mensaje implícito de la austeridad huele a una sutil crítica a los lujos y vicios de las grandes ciudades, a un canto a la felicidad en lugares tan remotos y agrícolas como esta villa, religiosa y tradicionalista como ninguna. La felicidad bajo la amargura.

viernes, 9 de noviembre de 2012

'Holy Motors': Inclasificable belleza de lo absurdo




Título original: Holy Motors Director: Leos Carax País: Francia Guión: Leos Carax Música: Neil Hannon Fotografía: Yves Cape, Caroline Champetier  Reparto: Denis Lavant, Edith Scob, Michel Piccoli  Distribuidora: Avalon Films Estreno: 16/11/2012


'Holy Motors' representa la ambigüedad de un director bipolar, inquieto, atrevido. El disparate roza el drama de todo lo que ocurre en el interior de la limusina donde el Señor Oscar (Denis Lavant) se cambia de disfraz desde el amanecer hasta la noche. Su camaleónica personalidad le transforma de un aparente hombre de negocios a una anciana, a un vagabundo zampaflores, a un killer, a un padre de familia... Son situaciones abstractas con una intención desconocida, cada cual más bizarra y absurda y vacías de un significado concreto. Por la contra muy bien narrados y con una extraña tensión poética que atrapa si vas con la batería bien cargada de paciencia... y dispuesto a quemar  muchas neuronas.

Da la impresión de que Carax juega con el público para que este eche la imaginación a volar y saque sus propias conclusiones sobre quién es ese extraño hombrecillo, cuál es su cometido, por qué tiene que pasar por todos esos grotescos estados y con qué sentido. El resultado es un cuadro tan bello como horroroso, con una metáfora implícita que termina en una interpretación hueca, sencilla de olvidar. Ni siquiera la bella y frágil Eva Mendes resucita el esperpento. No es ciencia ficción. No es fantasía. Es puro cine experimental inclasificable, que cojea precisamente por ser pretenciosamente lírico y bizarro. 


Aún superando los prejuicios, es difícil canalizar la semejante retahíla de burdos disparates que suceden en casi dos largas horas, acompañados además de diálogos vacuos y encriptados en un misterio que no se resuelve. Resulta absurda, entrópica, anárquica. Inevitable aburrimiento. Tanta paradoja sobre la identidad en tiempos de crisis alarga innecesariamente una cinta ya de por sí densa, y cuando llega el desenlace poco se tarda en pensar que lo que pudo haber sido una interesante distopía acaba por ser un mero bacile transgresor.

Sin embargo, puede que bajo el velo de monstruosidad que abriga al protagonista se esconda una hermosura sutil, culpable de una sensación agridulce de lástima por su búsqueda de humanidad en vano. Quizás sea en ese elemento de resuélvelo-tu-mismo donde puede refugiarse la genialidad de Carax. Sea cual sea su intención y el esfuerzo que le haya dado el espectador para intentar comprenderle, su experimento provoca tantos estados de ánimo que al final uno no sabe si odiarle, aplaudirle o reírse de él. El jeroglífico está servido. 

'Todo es silencio': Un quiero y no puedo




Título original: Todo es silencio Director: José Luis Cuerda País: España Guión: Manuel Rivas Música: Sergio Moure Fotografía: Hans Burman  Reparto: Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Celia Freijeiro, Juan Diego Distribuidora: Tornasol Films Estreno: 09/11/2012

José Luis Cuerda es un director que demostró ser muy capaz de emocionar con un particular y poderoso sentido del drama. Lo hizo en mayúsculas con "La lengua de las mariposas" tras la mirada de un pequeño estudiante tímido, incomprendido y desafortunado de la época bélica que le toca vivir. Esta vez retoma ese dramón de pueblo, y vuelve a utilizar el recurso de la interpretación infantil en una Galicia profunda, dentro de un pueblo costero cualquiera tachado por la droga, la corrupción y el silencio. Aunque el resultado es bastante más pobre.

A la comparación de la comedia absurda de "Amanece que no es poco" con "Todo es silencio" solo habría que sustituirle 'comedia' por drama. La película empieza fuerte, con un diálogo entrañable entre cuatro niños que juegan a orillas del mar, no exentos de la inocencia, la fantasía y la picaresca de su edad. Fins el más bonachón. Su corazón late por Leda, mientras que en su casa no llega el jornal suficiente para poner un plato en la mesa. Para su padre corren tiempos de pesca difíciles y no le queda más remedio que trabajar limpiando barriles. Es entonces cuando conoce al hacedor del pueblo, un personaje vil, fanfarrón y con más cuento que calleja. El crío comienza a verse atraído por el dinero fácil que producen los tejemanejes de ese hombre dicharachero de traje y sombrero, hasta que un repentino suceso le obliga a escapar del pueblo durante veinte largos años.


Es a la vuelta a sus raíces cuando la película comienza a tambalearse y el drama empieza a perder fuelle. Quizás sea esa escasa credibilidad del diálogo, cuestionable quizás por una elección del reparto que enfrenta a Quim Gutiérrez con Miguel Ángel Silvestre, o esa manera tan superficial de contar una historia tan oscura, como es la corrupción de una droga que llega en lanchas y que pudre la fama de la localidad. Es una historia de personajes, cada uno con sus vicios y virtudes y con el silencio imperado de fondo. Silencio ante el miedo de contar el crimen de la esquina, por conocer chismes vecinales que no se pueden revelar y por una falta aparente de libertad que empuja sus pechos contra la marea.

El problema surge cuando entre medias de una trama central se anudan pequeños hilos argumentales que acaban por tejer un argumento tan difícil de desenredar como un nudo marinero. Pasa una hora entera desde que Fins vuelve a su tierra y todavía no se ha desvelado qué pretende el guión, el por qué, el cómo. Y aún se desempaña más con el tópico del amor imposible que el espectador se sabe de memoria y que colapsa más minutos de la cuenta. Celia Freijeiro es preciosa y su interpretación convence pero el comportamiento de su personaje es innecesariamente estúpido hasta casi el final, cuando ya es demasiado tarde.

"Todo es silencio" quiere hablar de mucho y se queda con muy poco. Su intención es buena y el drama está servido, pero el resultado se cae por la borda. Lo poco que queda entre las redes es el pequeño pero inolvidable papel de Luis Zahera como padre currante. ¡Máis traballo pra este actor carallo!

jueves, 8 de noviembre de 2012

¿Se puede sentir pena por un zombi?




CRÍTICA DE 'FIDO' (2006)
País: Canadá
Director: Andrew Currie

Desde que George A. Romero desatara la locura zombi allá por 1968, hemos visto a no-muertos de casi todas las formas, mutaciones, resurrecciones y enfermedades posibles. Todos ellos sin duda carentes de toda humanidad y con el único objetivo de comerse el cerebro de todo lo que huela a carne fresca. En 2006, año en el que se estrenó "Fido", ya corrían cuatro veranos desde que Danny Boyle reinventara el género con su aclamada "28 días después", una cinta en la que los zombis no eran meros cadáveres resucitados, sino que apelaba a lo científico inventándose una posible enfermedad que infectara a los humanos con una violenta rabia. ¿Qué faltaba? Pues nada más sencillo que domesticarlos, hacerlos útiles.

Por ridículo que suene, Andrew Currie ha sabido dirigir una aceptable comedia de terror familiar en la que convierte a los no-muertos resucitados en personas con sentimientos, aunque evidentemente sedientos de lo mismo: sangre. Pero es un apocalipsis controlado. El ejército se ha hecho cargo de la situación, los ciudadanos se han armado e incluso los más pequeños son adiestrados para saber manejar una escopeta. La peculiaridad está en dejar que sean los ciudadanos los que decidan si quieren volver a matar a sus allegados, o por el contrario permitirles servir a la comunidad como seres retrasados pero domesticados. ¿Cómo? Un simple collar les hace olvidar las ganas de devorar para volver a ser personas que sienten cariño, celos, envidia, amor...


Obviamente el resultado es más que disparatado. No faltan las escenas de violencia sin escrúpulos cuando a los collares les da por estropearse y los momentos en los que los zombis actúan como personas normales atentan a la sensatez, pero resulta difícil no soltar más de una carcajada al verles limpiando coches, jugando con niños, fumando, mirando a chicas o incluso enterrando a otros muertos. Y es aquí donde surge esa sensación de pena aparentemente imposible para este género. Pena por unos seres que un día fueron personas y ahora vuelven con una décima parte de sentido común, por unos caminantes que intentan volver a ser normales, que sonríen mientras acarician a un bebé. Y también lástima por aquellas personas que ahora han encontrado una compañía que de otra forma no podrían tener.

Sí. A todos nos encanta "The Walking Dead", ya sea en televisión como en cómic. Queremos una historia de espanto que parezca el maldito fin del mundo y cuanto más real sea y más acojone mejor. Pero sin duda estas películas familiares son de agradecer. Algo parecido hizo Edgar Wright con su célebre "Zombis party" (2004), pero sin ese elemento de mascota zombi que tiene "Fido". A los de Lionsgate (saga "Saw'") les tuvo que gustar la idea para producirla. Lástima que su recibimiento haya sido tan doméstico como sus protagonistas...

'Skyfall': Renacer a tiros




Título: Skyfall Director: Sam Mendes País: Estados Unidos Guión: Neal Purvis, Robert Wade, John Logan Música: Thomas Newman Reparto: Daniel Craig, Judi Dench, Javier Bardem, Ralph Fiennes, Naomie Harris Distribuidora: Sony Pictures Género: Acción Estreno: 01/11/2012

James Bond es una saga muy irregular. Su recibimiento ha avanzado a trompicones en las ya 23 películas que la conforman, desde la mítica "Dr. No" hasta la deficiente "Quantum of solace", todas ellas con la acción y la intriga como base y con el implacable 007 apretando el gatillo. Un total de seis actores se han puesto en la piel del agente, cada uno con sus más y con sus menos, pero todos con ese toque de glamour, labia y efectividad y que durante 50 años han inyectado dosis de acción a su séquito de fans.

Ahora Daniel Craig se viste con su mejor traje para girar el cuello hacia un pasado al que ya tocaba regresar, mientras intenta detener a un auténtico psicópata con aires de venganza. La amenaza que se cierne sobre el MI6 coge por sorpresa a una anciana M, a la que ya invitan a retirarse. Pero no será antes de escribir una última página con un sabor a epílogo, agridulce, sorprendente. Sam Mendes ha escrito un capítulo muy especial, que explora la saga desde sus raíces y la hace explotar hasta la punta. Ha sido capaz de ligar el pasado y el presente de Bond con un guión bastante denso y diálogos al borde del drama pero sin dejar de lado la acción. Y no es una acción barata, de persecuciones previsibles, gadgets o explosiones sencillas. El frenetismo, el vértigo de las escenas de riesgo y los escasos recursos con los que cuenta esta vez Bond ponen al agente en aprietos muy serios, y eso el espectador lo agradece. 

La tragicomedia que traza Javier Bardem eleva con creces el ritmo de la historia. Maniaco, grimoso y perturbado por un pasado que le atormenta, pero a la vez elegante y chistoso, ya sea por el peluquín o por esa forma de burlarse del apocalipsis que maneja. Su comportamiento es el típico de alguien que no tiene nada que perder para calmar su sed de venganza. Como si el asesino de "No es pais para viejos" se disfrazara del Joker. Acojona.

"Skyfall" respeta al Bond del siglo XXI pero sin perder la tradición de sus antecesores y recupera la calidad perdida tras "Casino Royale". Lo complejo de los personajes y el sentimentalismo desemboca en un final satisfactorio, grandilocuente. Y aunque se hace algo larga el cautivador desenlace deja con ganas de más.

'Looper': Dos mundos, un destino




Título: Looper Director: Rian Johnson País: Estados Unidos Guión: Rian Johnson Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Bruce Willis, Emily Blunt, Paul Dano, Piper Perabo, Jeff Daniels Distribuidora: Aurum Género: Ciencia ficción. Thriller

Los viajes en el tiempo son una aventura que por alguna razón atraen. Los hemos visto en las variopintas adaptaciones de la wellsiana La máquina del tiempo o más recientemente con Los cronocrímenes de Vigalondo, por no mencionar la popular trilogía Regreso al futuro. Lo bueno de Looper es que deja de lado toda la chapa espacio-temporal para dar paso a la acción, al peligro, a la violencia.
La acción se traslada a un futuro próximo, al 2044. Es un presente ficticio que se entrelaza con un 2074 cada vez más próximo, una época donde los viajes en el tiempo se acaban de inventar y en la que los asesinatos son tan difíciles de cometer que las víctimas de la mafia son mandadas al pasado para desaparecer ante su ejecutor.
Es un universo oscuro e inquietante, pero que se muestra en unas calles tan mundanas y rutinarias como las actuales, lejos por tanto de la estética cyberpunk que bien podría disfrazar la historia. La sociedad es tan mezquina y ambiciosa como la que conocemos, corrupta por la droga, el dinero y el ocio controlados igualmente por mafias. Organizaciones capaces de destruir personas, ya sea poniéndole una bala en el pecho o haciendo de justicieros espacio-temporales. Da igual. El mundo sigue siendo tan cruel como frágil, igual de dividido entre buenos y malos, todos con su dosis de problemas y vicios.
Gordon-Levitt encaja bien en ese papel de joven héroe con los justos artificios de chulito, solitario y dueño de sus propias acciones, aunque a la vez atado a un sistema de control impuesto del que no puede escapar. La interacción con su ‘yo’ envejecido es el plato fuerte, y no falta entre ellos algún diálogo valientemente cómico que reste peso a la acción. Una relación bipolar en la que tanto Levitt como Bruce Willis persiguen diferentes intereses, pero igualmente atrapados entre dos mundos hacia un destino común. No faltan las escenas de puñetazos y tiroteos tan clásicas de Bruce. El machito de La jungla de cristal resurge y borra del mapa a aquel viejete deMoonrise Kingdom, y solo le faltará decir “Yippi ka yei motherfucker” para ser un auténtico John McClane.
El problema surge cuando la violencia y la intriga se pierden por algún agujero negro en un momento -largo- en el que los personajes se detienen en el mismo espacio. Las escenas más lentas ocurren además en la tercera parte, lo que desequilibra en cierto punto el trepidante ritmo del comienzo.
La ágil cadencia del guión, o sencillamente la forma de dejar que la acción se explique por los hechos y no por largas explicaciones permite al público menos paciente conectar con la trama. Sin embargo, a pesar del magnético argumento, las no pocas situaciones cómicas y la notable acción, el desenlace se hace esperar demasiado y la historia va perdiendo fuelle hasta que salta por los aires. Aplaudible final igualmente.
Con todo, Looper es sin duda una interesante y atrevida cinta de Sci-Fi, muy recomendable para fanboys pero también apta para los que saben disfrutar de un buen thriller.

'Frankenweenie': Tim Burton echa chispas




Título: Frankenweenie Director: Tim Burton País: Estados Unidos Guión: John August Distribuidora: Walt Disney Género: Animación. Comedia de terror

Menuda sorpresa con “Frankenweenie”. Los pocos burtonianos que no conectaron con el mediometraje homónimo tienen por fin la oportunidad de experimentar con el que sin duda es la cinta virtual más lograda del tenebroso cineasta. El stop motion se descolora a blanco y negro en tres dimensiones, por primera y majestuosa vez.

La película parte con el escueto argumento original de afrontar la pérdida de un ser querido, nada menos que resucitándole. La relación entre el joven Victor Frankenstein con su perro Sparky es tan solo el principio de una historia que acabará elevando al cielo el mejor cine de monstruos, hasta hacerle soltar chispas, literalmente. La curiosa ‘mascota’ desata la locura de un colectivo de pueblerinos, y llega un punto en que la pantalla se colapsa de excentricidad con tanto bicho suelto. Pura dinamita.

Un guión en el que no faltan los chascarrillos, los personajes marginales y esa clara división entre los buenos, los malos y los peores que hace tan característico su grumoso cine. Gamberro, hermoso, auténtico. El 3D es tan solo un elemento superfluo y caprichoso de su visionado, ya que la misma estética en b/n hace que parezca estar ante un filme rodado en los años 20, pero con la tecnología de ahora. Genial. 

La sensiblería permanece en su dosis justa, suficiente para sacarnos una traviesa sonrisa al final. A la mente acude esa mueca de alegría que se esboza de forma automática cuando Winona Ryder flota sobre el aire al final de "Beetlejuice". Pero también esa lagrimilla que se escapa tras el desenlace de "Eduardo Manostijeras"...

Tim ha elegido una manera brillante de sacar las piernas del fango tras las malas críticas recibidas con Alicia o Dark Shadows, y que poco a poco clavaban su lápida. Ahora esa lápida es el eje de una película eléctrica, compuesta de energía y dulzura a partes iguales.

'El artista y la modelo': Detener el instante





Título: El artista y la modelo Director: Fernando Trueba País: España Guión: Fernando Trueba, Jean-Claude Carriere Reparto: Jean Rochefort, Aida Folch, Chus Lampreave, Claudia Cardinale Distribuidora: Alta Films Género: Drama Estreno: 28/07/2012

Un relato tan mimado como ‘El artista y la modelo’ merece un visionado lento, paciente. Dejar que los minutos se derritan en la retina, mientras el artista cambia de herramienta, esboza sus bocetos, reflexiona. Trueba le dedica esta película a su hermano Máximo, un escultor al que el cineasta debe su pasión por las artes. Y este film es todo un homenaje a las obras de arte. Al arte dentro del arte.
Desde el principio ambos personajes se observan desconocidos, desconfiados uno del otro. A su alrededor todo es naturaleza, y su vínculo es tan solo un austero y oxidado taller. Poco a poco se van acercando, comienzan a tener un lenguaje común, empiezan a comprenderse mientras la amenaza de la distancia se cierne sobre ellos. En ese proceso se intercambian valores. Pequeños detalles como sonreír, pasear, saborear un pan con aceite, llorar. Y todo bajo el telón de fondo de una guerra más allá de las montañas, que acecha sin interrumpir el posado de la modelo desnuda, frágil como el mismo yeso.
Al igual que el artista -brillantemente interpretado por Jean Rochefort- Trueba va esculpiendo un guión paciente, sin fisuras, entrelazando la relación entre ambos sujetos, que empieza fría pero que acaba siendo imprescindible. El abrazo es mutuo.
La música no suena en toda la película. Para qué. Tan solo al final, cuando la novena de Mahler detiene el instante, nos damos cuenta de nuestro mundo acelerado, consumista, opaco, de todos esos momentos que dejamos escapar a diario.
Estamos ante un film nada convencional, que logra hacer mucho con muy poco. Una nueva ópera prima escrita con carboncillo y pulida con cincel hasta el máximo detalle. Sin duda el guión más libre y natural de un director de altibajos, pero tan capaz de rodar poesía como Erice o Bergman. Un Trueba que renace, que se esculpe a sí mismo y que rompe estereotipos, empezando por los suyos.

“Cherlock Jolms”, por Garci el destripador





Título: Holmes & Watson. Madrid Days Director: José Luis Garci País: España Guión: José Luis Garci, Eduardo Torres-Dulce Música: Pablo Cervantes Reparto: Gary Piquer, José Luis García Pérez, Leticia Dolera, Victor Clavijo Distribuidora: Alta Classics Género: Intriga

La apuesta de Garci era arriesgada. Los detectives más famosos de la literatura no habían visitado nunca España, ni en novela ni en cine. El intento de embarcarles en un viaje a Madrid, donde Jack el destripador retoma su actividad asesina, acaba siendo un despropósito mayúsculo en una etapa que, desde 'Ninette', ya se puede denominar como "el bajón de Garci".

El aspecto más difícil era lograr recrear el Madrid del siglo XIX y darle el aspecto oscuro y tenebroso que requería la historia. El director solo lo consigue con alguna escena nocturna, el juego de pósters y el vestuario. Todo a pesar de que a Garci se le da bien teletransportar al espectador a la España antigua, como logra con 'Tiovivo', 'El abuelo' o 'Sangre de mayo'. Esta vez lo hace de la forma más sencilla y superficial. No en vano, los escenarios interiores se repiten hasta la saciedad, como el burdel en el que tan bien se lo pasan los protagonistas.

La regular recreación hubiera pasado desapercibida de haber cuidado lo primordial: el guión. El descrédito de 'Jolms y Guasón' se pierde por completo al oírles pronunciar un español castizo, dotado de algún latiguillo para disimular el ‘british’. Pasan de hablar en marcado castellano en su propia morada de Londres para, de repente, entonar una breve conversación en inglés en una tasca madrileña. ¿Tan difícil era hacer que hablaran in inglish, José Luis?

Pero no es lo más grave. Cualquiera que haya visto o leído algo del detective de Baker Street se dará cuenta enseguida de que Gary Piquer se asimila más a Mortadelo que a Sherlock Holmes. Qué porras, incluso 'Basil, el superdetective' tiene mayor parecido. Y con razón. Este actor admitió en la rueda de prensa posterior al pase, no haberse leído nunca un libro del personaje de Conan Doyle. Y lo decía todo orgulloso.

Por no hablar de Watson. García Pérez se parece más a Curro Romero que al inestimable compañero de aventuras, clásicamente caracterizado como un hombrecillo inteligente y modesto. En esta es todo un fucker, y ese es su objetivo: ligarse a todas. Carcajadas en la sala.

Y así deambulan Holmes y Watson (alias Pepe Gotera y Otilio), pasándoselo teta por las calles de un Madrid pícaro y temeroso ante la amenaza que supone Jack el destripador. Y cuando la intriga y el thriller se van por las alcantarillas, toca resistir el diálogo lento y pastoso (de dos horas y pico) que tanto le gusta a José Luis, esta vez completamente innecesario. Decepción.

Señores, dediquen su tiempo en encontrar 'La vida privada de Sherlock Holmes', de Billy Wilder. Léanse 'From Hell', la obra de Alan Moore que dio alma a Jack en forma de excelente novela gráfica. Vean la película homónima protagonizada por Johnny Depp. Y después de todo, si su masoquismo se lo permite, vayan a ver a 'Holmes & Watson. Madrid Days'.

Solo un buen chute de absenta podrán hacerles olvidar esta película, escrita y dirigida por Garci "desde el infierno".

'Madrid, 1987': El desnudo de dos generaciones



Título: Madrid, 1987 Fecha de estreno: 13/04/2012 País: España Director: David Trueba Guión: David Trueba Reparto: José Sacristán, María Valverde Distribuidora: Alfa Pictures Género: Drama 

'Madrid, 1987' es el valiente relato de un pulso generacional narrado entre el presente y el pasado, que enfrenta lo viejo con lo nuevo, la vida que se va contra la que llega, y todo con el Madrid de los 80 actúando de presente. David Trueba ha dejado en un segundo plano la fotografía, la música e incluso la iluminación, para ponernos delante del espejo a dos voces en penumbras, marcadas por épocas diferentes y ahogadas en sus propios mares de sabiduría, curiosidad y deseo. Un deseo plasmado en la belleza de María Valverde, una actriz que aunque parecía encasillada en la moto de un cachitas demuestra que también vale para el cine más independiente y comprometido. Lo frágil y delicado de sus curvas se combinan con la firmeza de sus palabras, calladas tan solo por el discurso de su sabio compañero de diálogo. Y esta palabra que precede al punto debería ir escrita en mayúsculas, ya que es precisamente el diálogo lo que hace fuerte a esta historia.

La ilusión y la inocencia representada en Ángela (María Valverde) se funden con el cansancio, la ironía y la experiencia de Miguel (José Sacristán), un afamado periodista oxidado por el whiskey y los cigarrillos que han acompañado a sus artículos durante el largo franquismo y la transición. Veterano como el papel que interpreta, Sacristán representa una forma de vivir haciendo un periodismo que hoy ya no existe, aquel de incansable lectura, lápiz y libreta. Aunque su vieja máquina de escribir ya no teclea al dictado de un caudillo bajito, las canas y la rutina le han convertido en un viejo erudito al que ya le pesan los años.

Bien por admiración u oportunismo, la joven Ángela acude a él en busca de los consejos que no recibe en la facultad, ingenua a la vez que intrigada por las verdaderas intenciones de su maestro. Pronto la desnudez de sus palabras cubren sus cuerpos y les encierra entre cuatro mugrientas paredes, despojándolos de la artificialidad del mundo exterior, al que solo se pueden asomar desde una pequeña ventana.

Ambos cuerpos se cruzan y pelean entre sí, a modo de un combate al desnudo sin vencedor ni vencido en el que solo importa la metáfora del mensaje, la lección que se esconde tras la retahíla hipnótica del bohemio escritor, que tanto desea a las carnes de su compañera de encierro como poseer su misma ilusión por la vida.

Palabras que bailan en torno al amor, la política, el sexo, la literatura, mezcladas con un brillante ejercicio de cámara a puerta cerrada, de planos íntimos y minimalistas que recorren cada rincón de tan pequeño escenario. Una puerta que tal vez represente esa brecha entre un pasado oscuro al que el presente no termina de perdonar, esas ganas de vivir y de romper la barreras que nos enfrentan y limitan a diario, sin importar la edad, la época o el lugar.

3, 2, 1 ...


Bienvenido cinéfilo.

Este blog es el punto de partida de un proyecto que llevo tiempo planeando y que espero consolidar a medio plazo. Mi experiencia como crítico amateur de cine en LaSemana.es y de forma esporádica en mi blog de variedades La Telaraña Digital, me hizo creer que podía apostar por un sitio con mucha más dinamita pero a la vez más monocolor, centrado exclusivamente en el cine y abierto a la participación.

Estas primeras líneas nacen de una necesidad surgida tras haber disfrutado desde mi infancia de esa joya que hoy unos denominan producto, otros cultura, otros un simple entretenimiento. Es el séptimo arte radiografiado bajo la mirada de este humilde escritor, un juntaletras maldito en un Madrid distópico con billete a Twin Peaks, Springfield, Gotham, la NY de los años 30, el siglo XVIII, Freedonia, Mulholland Drive… hasta que un día llegue a Mordor.

Mientras tanto y sin más dilación:

- Luces, cámaras, acción.