Título original: Captain Phillips Director: Paul Greengrass Guión: Billy Ray (Libro: Richard Phillips, Stephan Talty) Fotografía: Barry Ackroyd Música: Henry Jackman Reparto: Tom Hanks, Barkhad Abdi, Mahat M. Ali, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed, Michael Chernus, Catherine Keener, David Warshofsky, Corey Johnson, Chris Mulkey, Max Martini, Yul Vazquez, Omar Berdouni Distribuidora: Sony Pictures
Han
hecho falta 2 meses, 4 nominaciones a los Globos de Oro, 6 a los Oscars (sí,
esa prestigiosa gala famosa por su buen gusto y que este año ha dejado fuera a Inside Llewyn y La vida de Adéle), una buena oferta en taquilla y mucha buena
crítica para arrastrarme más de dos horas frente al Capitán Phillips. Era de esperar: acción y discursitos, espectáculo
realista y denuncia social. Crónica periodística con fuegos artificiales. Pero
vaya, parece que con el chasco de Green
Zone, Greengrass ha aprendido la lección. Se ha dejado de intrincados
discursos en forma de thriller y libera el drama humano para que la denuncia
surja natural de la historia y los personajes (con algún diálogo irreal directo
al espectador, sí, pero podemos perdonarlo). Vale que es cine, que es
Hollywood, que solo son negocios, pero ahí todo puede salir bien, que son
americanos, no pescadores somalíes convertidos en piratas.
La
infinitésima historia de un hombre normal ante circunstancias extraordinarias está
protagonizada por Tom Hanks, y entre sus jetos en rápidos y temblorosos
primeros planos, el montaje y la dirección de Greengrass, queda claro para
quien no lo sepa que esto no es solo ficción, ¡ojo! que son hechos reales. Parece
que, si no lo fueran, una historia de desesperados piratas somalíes y
tripulantes que pagan el pato de los abusos internacionales sería ciencia
ficción. Lamentablemente las circunstancias son extraordinarias pero más
frecuentes de lo que quisiéramos. Parece que las aventuras, como todo en estos
tiempos de organismos, aguas y mafias internacionales, se han globalizado.
Nuestro
héroe cotidiano es un acomodado capitán de barco preocupado por el futuro de
sus hijos en una sociedad cada vez más dura y difícil donde, según él, solo
sobrevive el más fuerte. Menuda novedad, que le pregunten a los desesperados
somalíes que aparecen acto seguido, cuando la tranquila cámara que acompañaba
al capitán y su esposa, y que seguirá relajada en territorio (o barco)
estadounidense, enloquece y muestra las desnutridas costas somalíes con
desesperados pescadores y piratas ávidos de secuestros con los que sobrevivir y
enriquecer a los señores de la guerra.
Y ya
queda poco que decir para una película de aventuras, este es el gran acierto
del director. El protagonista es el capitán Phillips, menuda sorpresa, pero el
guión no se decanta ni por éste ni por los piratas. La tragedia inminente no
está en la victoria de un bando u otro (y ya sabemos a quién pertenecerá la
sangre salpicada cuando se juega con los yanquis, sus drones, su marina y sus
SEALS); en esta película, como en la guerra, no hay final feliz. Por mucho que
se repita en voz alta, ningún desenlace va a salir bien para todos los
implicados, no va a venir el Santa Claus de los seguros con su saco de dólares
para que todos estén contentos. Las cosas solo salen bien para los negocios.
Vean
Capitan Phillips, no será una maravilla
ni les va a descubrir nada nuevo, pero es entretenida durante todo el metraje,
tiene buen pulso, sabe dar variedad y agilizar una narración que podría haberse
estancado con facilidad y tal vez alguno descubra que la solución en las aguas
de Somalia internacionales, no está en cargarse a todos los piratas para
que salgan más, sino en los negocios.
Ya
sabemos, todo va a salir bien.
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