Título original: Zero Dark Thirty Director: Kathryn Bigelow Guión: Mark Boal Música: Alexandre Desplat Fotografía: Greig Fraser Reparto: Jessica Chastain, Joel Edgerton, Taylor Kinney, Kyle Chandler, Jennifer Ehle, Mark Strong Distribuidora: Universal
'Zero Dark Thirty' es la filmación de la versión oficial sobre la “búsqueda” y “captura” del “genocida” más buscado de todos los tiempos, o sea, sobre la caza y asesinato del mayor símbolo del terrorismo islámico.
El guionista Mark Boal sigue la versión oficial a pies puntillas de forma absolutamente conformista con ella. Bin Laden estuvo vivo en todo momento, fue siempre el enemigo, nunca tuvo relaciones con el gobierno estadounidense ni con la CIA, fue el único responsable intelectual del atentado a las Torres Gemelas, ni EEUU (gobierno o CIA) ni ninguna otra empresa o institución tuvo nada que ver. Tampoco hubo ningún aviso ni sospecha del atentado. Al-Qaeda es un grupo terrorista sin piedad, unos fanáticos que no se dejan sobornar ni por las mayores sumas de dinero (algo que sí funcionaba en la Guerra Fría); Osama era la cabeza suprema y el rostro del mal; la CIA son personas entregadas que trabajan para proteger a todos los estadounidenses; el asesinato de Osama no tiene ambigüedades, su muerte fue accidental y merecida, todo asesinato durante la operación no tuvo otro remedio y el gobierno Pakistaní no estaba sobre aviso de la operación.
No importa que todas estas cuestiones tengan más agujeros que un queso suizo, Mark Boal no muestra más que la versión oficial a pies puntillas, sin salirse de lo trazado. Hay quien alaba su trabajo por haber sabido sintetizar las noticias de diez años; yo, fiel a mis extravagancias, creo que el periodismo digno de admiración es el que plantea preguntas.
Kathryn
Bigelow (directora de En tierra hostil, 2008) filma todo esto con una
pretenciosa objetividad, creyéndose realmente que eso es posible en el arte de
la mirada. Hay quien dice que con ello logra ambigüedad moral, o quienes
sostienen que el film es propaganda imperialista yanqui y una justificación de
la tortura. Incluso hay quien afirma que la directora está en nómina de la CIA.
No sé hasta qué punto es cierta cada una de estas afirmaciones, lo que sí sé es
que la carga moral, ambigua o no, es de un esquematismo y simplismo
apabullante.
Es
cierto -y este es el mayor logro del filme- que Jessica Chastain hace un papel brillante. En él logra encarnar a la
sociedad americana obsesionada por la caza de un hombre. En un principio trata
de mantener la profesionalidad pero pronto se ve arrastrada por la búsqueda, se
implica hasta el fondo en la caza y asesinato de Bin Laden, quiere hacerle
pagar por lo que le hizo a América, y por los compañeros que ha perdido en el
camino, por todo. Sin amigos, sin familia, es una mujer inteligente, valiente y
decidida (se nota la admiración de Bigelow) obsesionada por su trabajo. Llega a
un punto en que le resulta más importante la vengativa caza que prevenir
futuros ataques. Al final logra su objetivo. ¿Y ahora qué? Llora. No sabemos si
de alegría y liberación o de sin sentido al darse cuenta de que nada ha
cambiado. Esta es la única escena que realmente justifica la etiqueta de
ambigua que se pretende para toda la película.
Por el camino Jessica ha recorrido Guantánamo, instalaciones secretas de la CIA dispersas por el mundo y entablado amistad con torturados, que una vez cansados de su sádico trabajo irán a un despacho en la agencia con un puesto de responsabilidad. Ha debido torturar y gracias a ello ha logrado su objetivo. ¿Merece la pena? Eso debe decidirlo el espectador, aunque yo sospecho cuál es la postura de Bigelow. Y luego dicen que los fanáticos son los fundamentalistas que no se dejan sobornar…. Esta es realmente la única problemática que plantean Boal y Bigelow, de forma bastante sencilla
Por el camino Jessica ha recorrido Guantánamo, instalaciones secretas de la CIA dispersas por el mundo y entablado amistad con torturados, que una vez cansados de su sádico trabajo irán a un despacho en la agencia con un puesto de responsabilidad. Ha debido torturar y gracias a ello ha logrado su objetivo. ¿Merece la pena? Eso debe decidirlo el espectador, aunque yo sospecho cuál es la postura de Bigelow. Y luego dicen que los fanáticos son los fundamentalistas que no se dejan sobornar…. Esta es realmente la única problemática que plantean Boal y Bigelow, de forma bastante sencilla
Y ya
está. Ese es todo el drama de la película. El resto es un thriller convencional
demasiado largo, animado solo por los eficaces atentados y por la guinda final:
la recreación del asesinato de Bin Laden. Dejando al margen que Bigelow no se
plantea mostrar ni por asomo todas las contradicciones de los informes, ni la
desinformación y dudas al respecto de lo que ocurrió (entre las contradicciones
oficiales la mujer de Osama afirma que le ejecutaron tras su captura), aunque sí
recrea maravillosamente la forma de actuar de los SEAL, casi como un videojuego
(cualquier entrega de SOCOM).
¿Y
ahora qué? Lloro. No
sabréis si es de emoción ante la obra maestra de Bigelow o si es por los 7€ y
las 2.40 horas que dejé por el camino. Juzgad vosotros mismos.
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