CRÍTICA DE 'BERLÍN: SINFONÍA DE UNA CIUDAD' (1927)
País: Alemania
Director: Walter Ruttman
Título original: Berlin - Die Symphonie der Großstadt Director:
Walter Ruttmann Guión: Karl Freund, Carl Mayer Música: Película
muda Fotografía: Robert Baberske, Karl Freund, Reimar Kuntze, László
Schäffer (B&W) Reparto: Documental
Estaba
en unas aguas calmas cuando de repente no sé qué ocurrió. Creo que llegó el
ferrocarril. Estaba a punto de amanecer. Íbamos camino a Berlín. Lo supe porque
según avanzaba el tren por inamovibles raíles, entre postes eléctricos iban
apareciendo edificios deshechos devorando el campo, surgían fábricas dormidas,
y gradualmente, según nos acercábamos, crecía la publicidad. Llegamos a Berlín.
A esas horas de la madrugada, con las calles vacías, las fábricas dormidas y
las persianas bajadas. Las ciudades tienen algo de misterioso, un aura de
extrañeza, como si se estuviera en otra parte. Solo un ser se movía: el reloj,
dios y director de Berlín girando y girando. Empezó un excelente ejercicio de
montaje.
Empezó
a desperezarse el titán, a agitarse sus entrañas. El corazón comenzó a latir.
Trenes cargados de hombres fluían por venas de hierro y acero. Las persianas
subían. Se calentaba la máquina…
El
Homo Faber salió a la calle. Raudales de hombres máquinas. Máquinas humanas
girando sin parar. Arriba, abajo. Los hombres y máquinas se cruzan, chocan,
estorban. Arriba, abajo. Abajo arriba. Se persiguen con la mirada, se molestan,
pelean. Van, vienen. Están por doquier. Ricos, pobres. Se cruzan, chocan,
estorban. Trabajadores, especuladores. Vienen y van. Ordenado caos. Suben y
bajan. La máquina gira. Se cruzan, se chocan. Trabajan. Anda, conducen. Coches,
bicicletas, carros, caballos. Geométrico orden. Se cruzan, se chocan. Pero
nunca se ven. La ciudad está a pleno rendimiento. Gira y gira la máquina.
En
lo alto el reloj dicta el almuerzo. Todos comen, todos descansan. Ricos,
pobres, proletarios, burgueses. En la rutina llegó el descanso. Artesanos, empresarios.
Mendigar para comer, ricos restaurantes, contenedores de basura, puestos
ambulantes. Niños, ancianos, adultos. En basureros, cocinas, repartos,
restaurantes, la máquina sigue. Gira y gira la máquina. Siempre alguien,
siempre algo haciéndola funcionar. El reloj no para de girar. Vuelta al
trabajo.
Termina
la jornada, empieza el ocio. Entretenimiento. Homo Faber se divierte. Cine,
teatro, ópera, concierto. Todo es
mecánico, hasta el amor y el deseo. Carreras de caballo, pobres, niños,
maratones. Cabaret, prostíbulo, burdel. Casino, club, taberna. Arriba y abajo
el telón. Sube y baja otra vez. Homo Faber saluda, Homo Faber se divierte. Gira
y gira la máquina. Siempre algo hace girar el reloj. Sube y baja el telón, sube
y baja la representación. Hombres, masas, entran, salen. Teatro, club, cine,
casino, ópera, burdel. Todo sigue igual. Todos se entretienen. Todos a su
mecánica rutina. Distintas formas. Arriba y abajo el telón. Siempre rutinarias.
Alienados. Llegó la noche. Se apaga una luz. Ende Akt 5. Ende Berlín. Se encienden las
luces. No
sé cómo ni qué ha pasado, pero siento que algo va mal.
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