Título original: You’re Next Director: Adam Wingard Guión: Simon Barret Música: Mads Heldtberg Reparto: Sharni Vinson, Nicholas Tucci, Wendy Glenn, AJ Bowen, Joe Swanberg, Sarah Myers, Amy Seimetz, Rob Moran, Barbara Crampton, Ti West, Simon Barrett, LC Holt Distribuidora: Filmax
Premios: 2011: Fantastic Fest: Mejor película de terror, director, guión y actriz (Vinson)
Incluso en un momento de la
industria del cine en que los géneros se debilitan y sus fronteras se difuminan,
sorprende la rapidez con que las películas de terror han ido cambiando de forma
con el fin de seguir sorprendiendo y aterrizando al público y, sobretodo, el de
entretener y llenar las salas y los bolsillos. En quince años a las películas slasher -esas películas de susto más que
de terror, con adolescentes más o menos hormonados a los que acosa un asesino-
se han añadido aquellas que, siguiendo la estela oriental, tratan de volver al
terror puro infundido mediante atmósferas depuradas (p.e. The Ring con todos sus remakes y secuelas); se sumaron otras, como el Splat Pack o el Torture Porn (las franquicias Saw
y Hostel), que en su intento de incomodar al espectador caen sin pudor en
límites cercanos al gore más
desagradable; y también, aquellas otras películas que partiendo de Holocausto Canibal (1980, Ruggero
Deodato) y pasando por El proyecto de la
Bruja de Blair ( Eduardo Sánchez, 1999) se han entregado al formato 'Metraje Encontrado', como
las franquicias Rec o Paranormal Activity. Y esto sin
considerar el bombardeo de apocalipsis zombis o las crepusculadas, más cercanas
al fantástico que al terror, o aquellas películas que tratan por su cuenta y
riesgo de renovar el género.
En un panorama como este, puede
sorprender la recuperación de un denostado slasher
por Adam Wingard y su guionista Simon Barret. No obstante, la vuelta por parte
de esta producción independiente a la típica historia de una casa asaltada por
asesinos/psicópatas, es, aunque no lo parezca, una decisión valiente en busca del entretenimiento. Tú Eres el Siguiente, película a la que
acudí bastante escéptico -no soy apasionado al terror en general y menos al slasher en particular- como una de las
películas más frescas que he visto del género.
Tú Eres el Siguiente se
presenta como la típica historia del
género, con sus arquetipos - p.e. mujer asustada e histérica, líder del
grupo y
pareja de éste (si bien los sexos están cambiados)-, lugares comunes y
convenciones. Y como tal es predecible. Tras la primera media hora ya
hemos
identificado los arquetipos, sabemos quién es el personaje favorito del
director (y por ende, el probable último superviviente: una desconocida y
más
que correcta Sharni Vinson), y casi podríamos hacer una quiniela,
bastante
acertada del orden en el que van a morir los personajes. Sabremos que ha
de haber
un último giro final, un último “malo”, y predecimos con facilidad en
qué va a
consistir. Y aun así, obviando los predecibles sustos y pseudosustos, el
director juega correctamente con los elementos del género deparando
alguna que otra agradable sorpresa, además de introducir sutiles guiños a
La Ventana Indiscreta.
La película goza también de una
macabra ultraviolencia que, por fortuna, escapa del gore pero hará las delicias
de los espectadores más ávidos de esa sensación morbosa y desagradable que te
desafía a no apartar la mirada. Unos asesinatos que, consciente de
que el
espectador se sabe todos los trucos del género, se centra más en buscar
su anticipación en un negro gag ingenioso y macabro capaz de sorprender
antes por la forma en la que llega la muerte que por el momento.
Así, Simon Barret ha añadido a
esta historia convencional otros tonos que la hacen distanciarse del género
para acercarse a la comedia negra y las historias de venganza. Como es de
esperar un grupo de asesinos-psicópatas disfrazados con máscaras de peluche ha
decidido asesinar y hacer la vida imposible a los habitantes de una gran
mansión. Pero esta vez no son adolescentes hormonados que se han aislado en
busca de alcohol y sexo, sino una adinerada familia disfuncional. Y entre
matanza y matanza, Barret se divierte burlándose de sus trapos sucios (la ola
de asesinatos comienza en plena cena y discusión familiar). En lugar de tener a
un “negro gracioso” tenemos para hacernos reír macabramente a un presuntuoso
hermano muy dado a los reproches (en todo momento), y empeñado en no morir
fácilmente; a la pareja protagonista típica contrapone otra pareja en la que
ella es una especie de Chuck Norris con pechos y cara susto y él un gordito
cobarde. El resultado son conversaciones tan negras y simpáticas como la última
entre esta pareja protagonista.
Gradualmente, sin giros
de guión demasiado bruscos, la película cambia el tono completamente y se convierte en un film de
venganza. Como cuando en un momento lúcido de nuestras pesadillas tomamos el
control y damos la vuelta a nuestro sueño. Es entonces cuando se desvela la
humana naturaleza de los crímenes y los asesinos se quitan las máscaras para
mostrar que no son meros psicópatas con una entidad casi sobrenatural. Ahora empieza la diversión. Continúa la matanza.
Termina la película en un buen clímax
con todos los elementos del film y queda un agradable sabor de boca. Más que un
ejercicio de tensión e incluso miedo -que en cierta medida y en pequeñas dosis
algo hay-, Wingard y Barret nos han ofrecido algo fresco, entretenido y hasta
divertido. Qué importa que, como suele ocurrir en estas películas, no haya más
donde rascar.
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