Título original: The Spirit of '45 Director: Ken Loach Guión: Ken Loach Música: George Fenton Reparto: Documentary Duración: 94 min. Distribuidora: Golem
En un presente en el que los restos de un Estado del Bienestar -que en España apenas pudimos oler- son despedazados y vendidos, pocos ejercicios de recuerdo historiográfico son más pertinentes y necesarios y más de actualidad que rememorar todo lo que nuestros abuelos pasaron para conseguir aquello que ahora dejamos vender, en qué condiciones se vivía entonces y las esperanzas que estamos tirando por la borda. Ken Loach no está hablando del pasado, se refiere estratégicamente y con audacia al presente.
Nadie en sus cabales negará que el
“espíritu del 45” hiciera mucho por aquellos que menos tenían, pero con
frecuencia no le damos el alto valor que merece u olvidamos que los derechos,
una vez ganados, hay que defenderlos. Este es al auténtico recordatorio que se propone
el director socialista. Por ello contrapone a la fiesta y celebración
nostálgica del solidario “espíritu del 45’, la vil manera y progresión en que
se empezó a desmoronar y privatizar un estado posible gracias a la
socialdemocracia, por manos de políticos del neoliberalismo (los afines pioneros:
Pinochet, Thatcher y Reagan). El documental está siempre aplicado a Gran
Bretaña. Lo contrario sería debilitar el discurso y prolongar innecesariamente
el metraje. Es tarea fácil para el espectador dar un paso más al planeado por
Loach y ver dónde estamos 30 años después de estas políticas neoliberales… a dónde
ha llevado esta falsa “Gran Moderación”.
Hay una elipsis fundamental en
el discurso de este documental: aquella que contrapone de un salto el inicio de
la socialdemocracia en 1951 con el inicio de la política de la Dama de Hierro
en 1979. Con ella se barren e ignoran de golpe 30 años de historia. Estamos
ante toda una declaración de intenciones. Por una parte, la comparación de
ambos espíritus, uno idealizado en el que reina la solidaridad, y otro regido
por el egoísmo y el individualismo; por otra, el maniqueísmo de la propuesta de
un director más efectista que reflexivo. A Loach no le importa comprender ni
explicar qué ocurrió en esos 30 años. No le importa la ‘estanflación’, la
crisis del 73, ni ninguno de los cambios políticos, económicos y culturales que
propiciaron la subida de Thatcher y su neoliberalismo bajo el lema TNA (‘There
is Not Alternative’. Ríanse pero a nosotros nos la están colando con las mismas
palabras… pero en un peor inglés). A Loach le vuelve a poder la persuasión
fácil y emocional sobre la reflexión. Comprobamos lo mismo en los
entrevistados. Contrastan una mayoría de trabajadores testigos del cambio del
gobierno laborista de Clement Attlee en contra de una minoría de expertos
capaces de indagar y analizar en ellos.
Las alternativas que parece
sugerir el documental tampoco me convencen demasiado… ¿Hay que volver al fin de
una II Guerra Mundial, a un porcentaje de ancianidad minúsculo, a la muerte de
miles de obreros, a la destrucción de un país y a las ayudas americanas para reconstruir
el Estado del Bienestar? O tal vez, más que las medidas concretas, lo que reivindica el director, es ese “espíritu”
solidario y activista del que hace mención el título y que no hay que creerse del todo. ¿Pero entonces, por qué abusar de
datos históricos concretos de escaso valor sobre los pasos en la
nacionalización de cada servicio?
A la espera de que en su próxima película
Ken Loach nos de las respuestas, tendremos que pensar por nosotros mismos en
lugar de volver a soluciones del pasado. Hasta entonces, tratemos de mantener
tantos derechos y servicios como podamos.
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