Título original: Only God Forgives Director: Nicolas Winding Refn Guión: Nicolas Winding Refn Música: Cliff Martinez Fotografía: Larry Smith Reparto: Ryan Gosling, Kristin Scott Thomas, Vithaya Pansringarm, Rhatha Phongam, Gordon Brown, Tom Burke, Sahajak Boonthanakit, Pitchawat Petchayahon, Charlie Ruedpokanon, Kovit Wattanakul, Wannisa Peungpa, Byron Gibson Distribuidora: Vértigo Films.
Tras el éxito cosechado con Drive
(2011), en su nueva película Winding Refn ha aprovechado la recién conquistada
libertad creativa para dar un paso adelante en sus inquietudes temáticas y
formales. Quien acusó entonces de formalista y vacuo a ese relato de un (anti)héroe
humano desconectado de la realidad, verá en Sólo
Dios Perdona la refutación de sus argumentos; mientras quienes disfrutaron
con la atmósfera de la película, la fuerza de sus imágenes y el atractivo del
protagonista de Drive, quedarán aún
más fascinados por la potencia visual de la nueva película. Otros, creerán que en
ese desarrollo en todas las características que definían su anterior trabajo
Winding Refn está cayendo en la burla de sí mismo. Al final, toda polémica sobre la película gira sobre la misma
pregunta: ¿Es una película vacía? ¿La ultraviolencia de sus imágenes, la
atmósfera onírica, lo artificial de todo el film, es todo eso gratuito?
Sólo Dios Perdona es ante todo la historia
de Julian (Ryan Gosling), un fugitivo estadounidense en Bangkok que lleva con
su hermano un gimnasio de boxeo como tapadera del narcotráfico. Con una turbia historia
a sus espaldas de la que su manipuladora madre es directa responsable, Julian se
encuentra desconectado de la realidad que le rodea teniendo una perturbadora y
contenida relación con las mujeres, el sexo y la violencia. La historia comienza
cuando el hermano de Julian es asesinado tras violar y matar a una prostituta
de quince años. Entonces, nuestro misterioso
y contenido protagonista -en el fondo un héroe, un ser humano tal y como se
esforzaba Drive en presentárnoslo-, se ve inmerso en una intriga de venganzas que
no desea forzado una vez más por su madre.
¿Es gratuita
esa atmosfera irreal, de una potencia visual portentosa, ese ambiente hipnótico,
onírico, repulsivo y fascinante al mismo tiempo? Si concebimos que toda la película gira alrededor de la alienación
del protagonista por su pasado familiar y violento, la artificialidad y extrañeza del film está más que justificada:
es la forma en que Julian percibe el mundo que le rodea. Y encima nos viene
avisado desde esos créditos en tailandés siendo la película una producción franco-sueca.
La película debe transmitir ese fascinante extrañamiento y confusión de un
personaje tan desconectado. Y lo logra. En realidad Sólo Dios Perdona es la
tragedia que podría haber escrito el autor de Edipo Rey si hubiera nacido en la posmodernidad y si la hubiera
filmado en Bangkok. Este tono trágico se funde con el personaje
protagonista, con la estética artificial del film y con el tema principal, pues
el alienado Ryan Gosling -con la indiference
face de Gosling- actúa casi por inercia, como llevado por la fatalidad, sin
ser del todo autor de sus propios actos. En esta tragedia, la figura artificial
de un chino experto en artes
marciales, que canta en un karaoke tras cada asesinato, y que parece más un
dios de la venganza (némesis) que un ser humano, no solo está tan
justificada como toda la atmosfera, el distanciamiento, la extrañeza y la
confusión realidad-sueño, sino que era necesaria.
Lo mismo
ocurre con la ultraviolencia. En la escena más desagradable del film, el
asesino pide a la mitad del público que cierre los ojos. Entonces la cámara se
centra en sus rostros sacudidos solo por el sonido -permaneciendo quienes los tienen
abiertos fuera del campo-. El espectador es libre de elegir si desea mirar o
no. Lo importante es que, sea por el sonido o la imagen, el espectador sea consciente de los efectos devastadores de esa
violencia, una violencia que ha encerrado al protagonista en sí mismo, y que al
mismo tiempo le hará despertar y abandonar la trampa en que se encuentra su
vida.
Todo en el nuevo film de Refn está por
tanto justificado, por extremo que sea. Todo tiene significado, además de dejar
una devastadora impresión en nuestras retinas. Otra cosa es que no nos
guste aquello de lo que se nos habla o que no nos atraiga ponernos en la piel
del protagonista.
ALERTA SPOILER
Escenas, que algunos consideran gratuitas, como la de la tortura
tienen un sentido. Cuando Gosling introduce su mano en el vientre abierto y
ensangrentado de su madre asesinada buscando el útero que le acogió antes de
arrojarle al mundo, está haciendo las paces con ella, con su pasado y consigo
mismo, renunciando al influjo que ella -con quien se insinúa una perversa relación
edípica de incesto y manipulación- poseía en su vida. Cuando Ryan Gosling
fantasea con que le cortan los puños mientras contempla atado el striptease de
una prostituta, o cuando eso mismo ocurre al final de la película, no solo
estamos ante el coro adelantando la tragedia, sino que presenciamos el rechazo
del protagonista a la violencia a que está condenada su vida, el anhelo de
dejarla atrás y, finalmente, su liberación. El final de la película no es, o no
solo, un acto de venganza, sino como anuncia el título, un acto de perdón y de redención.
Una nueva oportunidad para nuestro protagonista.
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