miércoles, 19 de diciembre de 2012

'Infancia clandestina': Amor imposible entre pasaportes falsos



Título original: Infancia clandestina Director: Benjamín Ávila País: Argentina Guión: Benjamín Ávila, Marcelo Müller Música: Marta Roca, Pedro Onetto Fotografía: Iván Gierasinchuk Reparto: Ernesto Alterio, Teo Gutiérrez, Natalia Oreiro, César Troncoso Distribuidora: Wanda Estreno: 21/12/2012
                                                            
La guerra sucia de Argentina es quizás uno de los capítulos más tristes, amargos y violentos que han empañado la historia moderna de Suramérica. Entre el inicio de 1970 y la instauración de la democracia en 1983, el país sufrió un régimen de represión ilegal, tortura, desaparición masiva de civiles y manipulación informativa entre otras formas de terrorismo de estado. No en vano cerca de 30.000 personas desaparecerían a manos de las fuerzas represoras, aunque la lista oficial cuenta con 13.000 según el diario argentino Clarín.

Infancia clandestina se traslada a esos oscuros comienzos de los 70 para contar la historia de una familia en contra del ejército paramilitar que había impuesto su dictadura. Una pareja guerrillera, valiente, pero por desgracia reprimida y obligada a esconderse entre guaridas y pasaportes falsos. Lo hace a través de la inocente mirada de su hijo Juan, un niño de 12 años harto de vivir refugiado y de mentir sobre su identidad en la escuela. Ha heredado el coraje de su padre y de su madre pero no acepta no poder llevar una vida normal ni ver cómo su familia se juega la vida por un discurso político que él no comprende.


No pasan muchos minutos para darse cuenta de que lo más destacable del film es la interpretación del tío Beto. Ernesto Alterio flota muy por encima de una historia algo seca, ñoña y poco desaprovechada para las circunstancias que intenta describir. El cuento del amor imposible en la infancia, del primer beso, de la rabieta preadolescente está muy visto pero no por ello quiere decir que no se pueda utilizar en otro tipo de guiones. Aquí no encaja. Falta más tensión, más riesgo, más violencia... Algo que haga al espectador creerse que detrás de ese amorío a escondidas hay una auténtica persecución a tiros. La carencia es evidente con tanta animación y juego visual para evitar la acción a toda costa.

Fuera de estos parámetros, hay que reconocer sin embargo el buen papel que desempeña el pequeño Teo Gutiérrez. Es difícil no verse identificado con ese niño cuando su mirada se obsesiona con el rostro más bello de la clase, cuando el deseo se antepone al complejo y las mariposas devoran el estómago. Ante esto ninguna guerra sirve como excusa. Juan luchará por conquistarla con la ayuda de su tío mientras su incomprensión por el drama familiar roza la desesperación.

El resultado final es el aprobado con margen. Toda la pirotecnia del principio se desvanece a medida que la historieta de amor y la palabrería patriótica colapsan la historia y al terminar la película solo quedan un par de escenas difíciles de retener. Con todo Argentina ha apostado muy fuerte por ella y no sería raro verla nominada (y hasta premiada) en los Goya.

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