martes, 11 de diciembre de 2012

Crítica 'El hobbit: Un viaje inesperado' - La larga precuela de una ¿corta? trilogía




Título original: The Hobbit: An Unexpected Journey Director: Peter Jackson País: Estados Unidos Guión: Philippa Boyens, Peter Jackson, Fran Walsh, Guillermo del Toro Música: Howard Shore Fotografía: Andrew Lesnie Reparto: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Hugo Weaving, Andy Serkis Distribuidora: Warner Estreno: 14/12/2012


MAGNÍFICA ACCIÓN ENTRE BOSTEZOS

Ya está aquí. Después de años de espera y de haberse vertido enciclopedias de rumores, datos de producción, de rodaje y de cifras astronómicas para un presupuesto nunca antes visto (ronda los 300 millones de dólares por entrega), 'El hobbit' llega a las pantallas dispuesto a devorar a la audiencia cual dragón hambriento de monedas de oro.

Vista la primera parte hay que reconocer que aunque visualmente es impresionante la obra de J. R. R. Tolkien merecía una adaptación más corta y mejor narrada. Es cierto que la entrega en tres largos capítulos lleva muchos meses anunciada, pero uno no se da verdadera cuenta del despropósito hasta que lo ve. El buen sabor de boca que deja el último tercio de 'Un viaje inesperado' no salva el descalabro tedioso del prólogo, tan innecesariamente alargado como infantiloide. Sí es cierto que la novela no es precisamente un texto para eruditos pero el cine infantil quizás se deja entrever durante la primera somnolienta hora, tan solo rescatable por las escenas musicales. Gandalf aparece de repente y la explicación de por qué el hobbit ha de tomar tan arriesgada aventura queda muy pillada por los pelos, si es que alguien la encuentra.


En el momento en que Bilbo & cía se adentran en la espesura del bosque -mitad de película ya- comienzan a aparecer las primeras situaciones de lo que podría llamarse acción. Trolls, orcos, trasgos y demás criaturas oscuras dificultan el camino a los enanos hacia su lejano destino y esto da lugar a escenas muy curradas y con un tono cada vez más violento. Esta progresión va en paralelo al encanto que Peter Jackson intenta crear en torno a los personajes y al entorno. Para ello se vale de pequeñas dosis de humor y diálogos livianos con una intención clara de amenizar el ritmo, pero que acaban echando por la borda la paciencia del espectador por momentos. Como si a la tempestad le viniera la calma continuamente, sin una estructura definida y sencilla de seguir. Aunque es preciso volver a hacer hincapié en lo logradas que están las batallas junto a la batuta de Howard Shore. Crean una vorágine de auténtico caos capaz de hacer pensar que en cualquier momento algunos de los simpáticos enanos la pueda palmar, y aquí los efectos especiales son bienvenidos (mucho ojo a la tremenda escena de de los gigantes de piedra).

La interpretación de Martin Freeman es correcta y el disfraz de hobbit le sienta tan bien como la personalidad de Bilbo, miedosa pero con una bravura innata escondida en sus entrañas. Ian McKellen vuelve a bordar su rol de mago y el aspecto de los enanos es tan grotesco como encantador. La gracia y la forma de actuar y de combatir que aporta cada uno hace del conjunto una recreación de los bajitos personajes digna de mención.


Lástima que esas interpretaciones y la comentada frenética acción queden absorbidos por completo con el 3D (a falta de verla a 48 fps). No dejo de pensar que si esta tecnología sigue en aumento va a acabar por arruinar la profundidad de los buenos guiones... Tanto artificio virtual provoca que el espectador se concentre solo en lo efímero de la escena y no le deje fijarse en los pequeños detalles que harían de esta película un cuadro tan hermoso como el de su precedente trilogía. Se echa bastante de menos por tanto la naturaleza virginal de los verdes e inmensos escenarios neozelandeses, que aunque vuelve a estar presente parece estarlo más en forma de videojuego que de cine.

Una pena, porque la novela es digna de algo más envolvente, condensado y sobre todo bien narrado. Pocas veces el cuentakilómetros de las trilogías de masas ha podido correr sin problemas con el beneplácito general de la audiencia, rescatando 'El padrino' 'Star Wars (IV, V, VI)' y 'El señor de los anillos'. Esta vez Jackson se ha pasado de la raya y lo demuestra mezclando el cachondeo con la dilatación cargante de los combates. Más minutos no tienen por qué significar más calidad y lo hemos visto decenas de veces, sobre todo con el experimento exótico de James Cameron que bautizó las malditas gafas.

En definitiva, mejor no imaginar qué se le ocurrirá a Peter Jackson para rellenar otras seis horas de (ya limitada) aventura, ahora que se ha comido la mitad del libro. Es un buen cineasta que ha demostrado amar la obra de Tolkien y está poniendo toda la carne en el asador para darle forma a la adaptación sin guardarse nada, pero olvida que detrás de ese trabajo hay miles de lectores que no piden que les crezcan las uñas mirando una pantalla. Cada formato ha de atenerse a sus límites, y Jackson los está rebasando.

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