jueves, 8 de noviembre de 2012

¿Se puede sentir pena por un zombi?




CRÍTICA DE 'FIDO' (2006)
País: Canadá
Director: Andrew Currie

Desde que George A. Romero desatara la locura zombi allá por 1968, hemos visto a no-muertos de casi todas las formas, mutaciones, resurrecciones y enfermedades posibles. Todos ellos sin duda carentes de toda humanidad y con el único objetivo de comerse el cerebro de todo lo que huela a carne fresca. En 2006, año en el que se estrenó "Fido", ya corrían cuatro veranos desde que Danny Boyle reinventara el género con su aclamada "28 días después", una cinta en la que los zombis no eran meros cadáveres resucitados, sino que apelaba a lo científico inventándose una posible enfermedad que infectara a los humanos con una violenta rabia. ¿Qué faltaba? Pues nada más sencillo que domesticarlos, hacerlos útiles.

Por ridículo que suene, Andrew Currie ha sabido dirigir una aceptable comedia de terror familiar en la que convierte a los no-muertos resucitados en personas con sentimientos, aunque evidentemente sedientos de lo mismo: sangre. Pero es un apocalipsis controlado. El ejército se ha hecho cargo de la situación, los ciudadanos se han armado e incluso los más pequeños son adiestrados para saber manejar una escopeta. La peculiaridad está en dejar que sean los ciudadanos los que decidan si quieren volver a matar a sus allegados, o por el contrario permitirles servir a la comunidad como seres retrasados pero domesticados. ¿Cómo? Un simple collar les hace olvidar las ganas de devorar para volver a ser personas que sienten cariño, celos, envidia, amor...


Obviamente el resultado es más que disparatado. No faltan las escenas de violencia sin escrúpulos cuando a los collares les da por estropearse y los momentos en los que los zombis actúan como personas normales atentan a la sensatez, pero resulta difícil no soltar más de una carcajada al verles limpiando coches, jugando con niños, fumando, mirando a chicas o incluso enterrando a otros muertos. Y es aquí donde surge esa sensación de pena aparentemente imposible para este género. Pena por unos seres que un día fueron personas y ahora vuelven con una décima parte de sentido común, por unos caminantes que intentan volver a ser normales, que sonríen mientras acarician a un bebé. Y también lástima por aquellas personas que ahora han encontrado una compañía que de otra forma no podrían tener.

Sí. A todos nos encanta "The Walking Dead", ya sea en televisión como en cómic. Queremos una historia de espanto que parezca el maldito fin del mundo y cuanto más real sea y más acojone mejor. Pero sin duda estas películas familiares son de agradecer. Algo parecido hizo Edgar Wright con su célebre "Zombis party" (2004), pero sin ese elemento de mascota zombi que tiene "Fido". A los de Lionsgate (saga "Saw'") les tuvo que gustar la idea para producirla. Lástima que su recibimiento haya sido tan doméstico como sus protagonistas...

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