jueves, 3 de enero de 2013

Crítica 'Cirque Du Soleil: Mundos lejanos'


Título original: Cirque du Soleil: Worlds Away Director: Andrew Adamson Guión: Andrew Adamson Música: Stephen Barton, Martin Lord Ferguson Fotografía: Brett Turnbull Reparto: Matt Gillanders, Dallas Barnett, Jason Berrent, Lutz Halbhubner Distribuidora: Paramount Estreno: 04/01/2013

MAGIA PARA TODOS LOS BOLSILLOS

Los cinco continentes han podido comprobar lo tremendamente satisfactorio que resulta este espectáculo nacido en las entrañas de Quebec. La poesía de sus historias atrapa al público hasta el final, recorre todo sus sentidos, le hace gravitar de su asiento y le agradece el dinero depositado en la entrada. Un nuevo concepto del teatro en todos los sentidos. Para el cine la última revolución llegó cuando Avatar nos trajo las tres dimensiones desde Pandora, mensajeras de lo que prometía ser una nueva forma de ver, sentir y disfrutar el cine a ras de las córneas. Desde entonces una infinidad de géneros han adoptado la nueva tecnología, aunque todo sea dicho, muy pocas películas han merecido pagar el suplemento. Es el momento de que ambas experiencias se den la mano y ofrezcan una alternativa innovadora y económica de ir al circo.



Worlds Away describe la fantasía y la nigromancia de espléndidos mundos que dos jóvenes enamorados deben recorrer para volver a encontrarse. El mismo James Cameron la ha producido y hay que reconocer que la obra no es tan solo un mero documental producto de una grabación. Posee elementos cinematográficos capaces de construir majestuosas escenas aéreas, acuáticas, verticales, gravitatorias... un sinfín de elementos y planos que hacen gala de un notable ejercicio de cámara. Los bellos tirabuzones, danzas, saltos al límite y las acrobacias clásicas del circo se dan la mano con coreografías milimetradas para hacer del cuerpo humano un musical. Lo que hacen esos beduinos malabaristas parece rozar los límites de la razón y la cámara lenta permite apreciarlo con detalle.


No nos vamos a poner tiquismiquis por tanto con el experimento en taquilla. Tan solo cabe achacarle pretender hacer tan digestiva y placentera la obra física como una adaptación, por muy bien elucubrada y puesta en escena que esté. Ni el 3D, ni la maravillosa banda sonora, ni las imposibles acrobacias de su numeroso reparto consiguen darle a la realidad de la dramaturgia un nuevo concepto en pantalla. Es la carencia de diálogo lo que termina pidiendo a gritos una historia definida entre tanto fuego, humo y efectismo. Un ritmo narrativo que no desvíe la mirada del show y lo haga disfrutar de principio a fin, y sobre todo sin concederle al bostezo el lujo de asomarse.

Aún así el conjunto es una delicia para la vista y es de agradecer por el que no se pueda permitir gozar de la ceremonia en directo. Y pocas películas logran que terminemos tarareando canciones de los Beatles entre fuegos artificiales. Hermoso desenlace.

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