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lunes, 17 de marzo de 2014

'her' - Tras el bigote de Phoenix


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Título original: her  Director: Spike Jonze Guión: Spike Jonze Fotografía: Hoyte Van Hoytema  Música: Arcade Fire, Owen Pallett Reparto: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt, Sam Jaeger, Portia Doubleday, Katherine Boecher, Alia Janine, Matt Letscher Distribuidora: Vértigo Films


El bigote hipster de Phoenix no engaña: en su primera película en solitario, el director de Cómo ser John Malkovich (1999) y Adaptation (2002) sigue dentro de la posmodernidad. her, una película de ciencia ficción blanda, sigue la estela de sus películas anteriores y otras, como Black Mirror, en su reflexión sobre el futuro al que nos dirigen las NTIC, y la concepción de identidad y las nuevas formas de sentir y relacionarnos en esta sociedad mediada por la tecnología. Es también una película sobre la difícil delimitación entre lo real/corpóreo y lo virtual. ¿Acaso no es la lengua un artefacto virtual y natural al mismo tiempo?, ¿no son virtuales todos los conceptos abstractos, e incluso la identidad?, ¿acaso todos estos fenómenos virtuales no producen emociones y experiencias reales?, ¿no se funda toda relación en una narración interpersonal?

Pero si her se distingue, e incluso supera, a otras producciones parecidas, es por prescindir de juicios, por su sencillez y, sobre todo, por su sinceridad. Con her no tengo esa sensación habitual del género de que el discurso del autor devora el relato haciéndolo inverosímil y dejando a personajes sin vida, como meros signos. Y es que her es la película más personal de Spike Jonze. Ha echado toda la carne en el asador y ha ido más allá de la ciencia ficción para narrar una historia de amor, desengaño, dolor, soledad, y la reconstrucción de uno mismo.

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miércoles, 23 de octubre de 2013

'Gravity' - Un fallido drama existencial rodado en exteriores



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Título original: Gravity Director: Alfonso Cuarón    Guión: Alfonso Cuarón, Jonás Cuarón    Música: Steven Price    Fotografía: Emmanuel Lubezki   Reparto:  Sandra Bullock, George Clooney    Distribuidora: Warner Bros.


Tenía muchas ganas de ver esta emocionante y visceral maravilla del 3D capaz de derrotar el logro visual de Cameron en Avatar (2009) y de ofrecer la experiencia más cercana al espacio que jamás tendremos. Nadie puede desmentir todas estas buenas críticas. Gravity, desde luego, parece estar rodada en el espacio exterior y sin gravedad. Es la película que necesitaba la tecnología 3D para justificarse después de tanta decepción. Ahí donde James Cameron empleaba la tercera dimensión para la exhibición espectacular, el precedente hasta el momento, Alfonso Cuarón la emplea en una brillante y expresiva estética capaz de recrear en sus imágenes la angustia metafísica y la belleza de ese territorio poco conocido, solitario y extremadamente peligroso que es el espacio exterior. Un paraje desolador en el que la supervivencia es una lucha continua, un lugar capaz de evidenciar la soledad existencial del ser humano, al mismo tiempo que la belleza de la vida y la naturaleza.
Sin embargo, hay toda una dimensión de la película al que las críticas hacían rara mención. Ahora entiendo el por qué: el drama humano de los personajes es más desolador y aburrido que esperar la muerte flotando en el espacio exterior.

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Podríamos situar Gravity como un film a caballo entre dos géneros: la ciencia ficción realista que explora con detalle la tecnología del presente y las películas de supervivencia en un medio hostil. Ambos (sub)géneros, tienen en sí mismos la semilla de la reflexión existencial. El director de Hijos de los Hombres (2006) nos hace sentir en nuestra propia piel lo que debe ser moverse y sobrevivir en un entorno sin gravedad, sin sonido y sin oxígeno. Los movimientos de vals que ejecuta la cámara en tres dimensiones, como si flotara con los personajes; el sabio uso de los silencios y efectos especiales o música; las imágenes creadas con todo detalle por ordenador; la tecnología 3D para mostrar partículas u objetos suspendidos (impresionantes las llamas y las lágrimas) o para impresionar con la violencia de esos movimientos sin rozamiento que convierten la basura espacial en metralla mortal sacándonos el corazón del pecho; todos estos recursos están puesto al servicio del suspense y la acción, pero también del drama de supervivencia con el que Sandra Bullock nos sorprende. El resultado son unas imágenes que entretienen, impresionan, angustian y sobrecogen al mismo tiempo en una danza ingrávida nunca vista. (1)

domingo, 29 de septiembre de 2013

'Elysium' - La preocupación de Blomkamp

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Título original: Elysium    Director: Neill Blomkamp    Guión: Neill Blomkamp    Música: Ryan Amon    Reparto: Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto Copley, Alice Braga, William Fichtner, Diego Luna, Wagner Moura, Talisa Soto, Ona Grauer, Terry Chen, Adrian Holmes    Distribuidora: Sony Pictures Releasing de España

En su primer largometraje (District 9, 2009), Neill Blomkamp irrumpió con fuerza en las pantallas mediante una historia que conjugaba -como solo permite la ciencia ficción- el espectáculo más palomitero con la crítica social. El director sudafricano arremetía contra las multinacionales, la industria armamentística, las mafias africanas y la xenofobia, intolerancia y 'guetización' del diferente; pero lo hacía de forma superficial, cediendo siempre a un espectáculo bastante convencional. La desaprovechada idea de partida era brillante, a pesar de sus semejanzas con Alien Nación (Graham Baker, 1988), y aunque la película no era para tanto fue un éxito de taquilla y recibió excelentes críticas. Era de esperar que en su siguiente película Blomkamp repitiera la misma fórmula. Lo que no era tan predecible es que exacerbaría todos sus defectos.

Elysium, igual que su predecesora, es ante todo una película de acción ambientada en el futuro, pero también una débil metáfora con una convencional crítica social del presente. La diferencia es que ahora la crítica se centra únicamente en la injusta distribución de la riqueza y las migraciones desesperadas que esto ocasiona. La poca élite adinerada, que son todos muy malos, oscila entre el fascismo de la ministra de defensa y la hipocresía políticamente correcta del presidente. Hablan francés (aunque el inglés parece el idioma oficial de la humanidad) y viven en una lujosa estación espacial sin enfermedades. El resto, la mayoría de los seres humanos, que hablan español y que son muy muy buenos a pesar de la miseria y el crimen, viven en una tierra enferma, contaminada y tercermundista.

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El resto de la película se mantiene fiel al estilo de District 9. Planos generales que contrastan el lujo de la estación espacial con la podredumbre de la tierra, convencionales escenas de acción con cámara en mano resueltas con ritmo y desorden pero sin genio, y una negligente indiferencia por los personajes y el guión. Los personajes, esta vez con una mayor gama de secundarios, son aún más arquetipos que en el anterior trabajo del director. Por su parte los aún más numerosos defectos del guión -p.e. el absurdo y débil sistema de defensa de la estación espacial o el sentimentaloide y absurdo final de épica fallida que escupe sobre el mismo tema social de la película: el problema de la distribución de unos recursos finitos- hacen que como historia y como parábola crítica, la película sea insostenible. 

Esta vez Blomkamp se ha quitado la máscara que aun podía engañarnos en su anterior trabajo. No es un director de blockbuster preocupado por la sociedad, sino un director con buen olfato para llenar las salas. Al igual que Coca-Cola, el director de District 9 ha descubierto que, en contexto de crisis, las preocupaciones sociales venden. Solo hay que tener cuidado en no profundizar demasiado, algo que además requiere demasiado esfuerzo, en no ser revulsivo y en no molestar a ningún espectador potencial. Viendo Elysium parece que el único problema que preocupa a Blomkamp es llenar las salas.

Realmente la única diferencia profunda entre Elysium y District 9 es la idea de partida. Suficiente para que un servidor, como parece haber ocurrido entre público y crítica, se desengañe sobre un director que poco tiene que aportar a un género devorado por el fantástico.
 
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lunes, 23 de septiembre de 2013

'El Atlas de las Nubes' - Pretenciosas nubes

 
Título original: El atlas de las nubes Director: Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski (AKa Larry Wachowski) Guión: Los mismos directores, basado en las novelas de David Mitchell Fotografía: Frank Griebe, John Toll Música: Reinhold Heil, Johnny Klimek, Tom Tykwer Reparto: Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Hugo Weaving, Jim Sturges, Du-na Bae, Ben Whishaw, James D'Arcy, Xun Zhou Distribuidora: Warner Bros

Personalmente, suelo huir de aquellos batiburrillos contemporáneos que tanto parecen gustar a algunos entre (pseudo)ciencia, (pseudo)filosofía y (pseudo)religión. Alguna vez estas tres disciplinas son tomadas en serio y quedan obras maestras de la talla de 2001: Odisea en el Espacio (Stanley Kubrick, 1968), pero no suele ser el caso, y menos en la actualidad, donde toman ese a misticismo ‘new age’ del que habla Javier Ocaña en su acertada crítica. El Árbol de la Vida (Terrence Mallick, 2011) se libraba por los pelos, pero no suele ser así (véase, por ejemplo, Las Vidas Posibles de Mr. Nobody (Jaco Van Dormael, 2009). No obstante ahí estaba la mesiánica Matrix (Hnos Wachowski, 1999) con tanta ciencia como filosofía, con escenas de acción fabulosas y un éxito merecido. Las secuelas entraban más en el tipo de cine pretencioso al que suelen dar lugar estas mezclas, pero aun así me las tragué con gusto en mi adolescencia. El día que me dirigía al cine a ver  El Atlas de las Nubes iba temblando por lo que me podía encontrar. Estaba por ver si me equivocaba.

El último filme de los Wachowski, ahora con Tom Tykwer -Corre, Lola, Corre, (id, 1998), El Perfume (id, 2006)-,  es una película de historias cruzadas entre épocas diversas. Un total de seis: El Diario del Pacífico de Adam Ewing (1849), Cartas desde Zedelghem (1936), Vidas a medias: el primer misterio de Luisa Rey (1973), El Tremendo Calvario de Timothy Cavendish (2012), La antífona de Sonny-451 (2144), El cruce de Sloosha (2321). En todas ellas saldrán los mismos personajes que alternarán su protagonismo por parejas: Tom Hanks - Halle Berry, Jim Sturgess - Doona Bae (los ‘chinos’), James D'Arcy - Ben Whishaw (los gays), y Jim Broadbent en el papel de Timothy Cavendish protagonizando una historia que solo sirve para hacer énfasis en algunos temas, alargar más la alargada producción y dar el contrapunto cómico. Todas las historias tratan los mismos temas, pero cada una hace énfasis en un aspecto mediante un discurso mal calzado y excesivamente subrayado.

El trasfondo de todos los temas tratados y de todas las historias es la ‘tergiversación’ de dos conceptos de Nietzsche ya comunes en la filmografía de los directores (ver Matrix): La voluntad de poder contra los órdenes “naturales” y el eterno retorno. Todas las historias se pueden interpretar en clave de la lucha del individuo contra la opresión de las instituciones y convenciones, es decir, contra el orden establecido. Lucha en la que, inevitablemente, el individuo fracasará. Pero el eterno retorno está ahí, para repetir la misma lucha una y otra vez, para que, intoxicado con filosofía oriental y mucho karma, cada reencarnación de los personajes compense la lucha y dignidad de la vida anterior. Esto del karma llega hasta el punto de que en la última historia (2321) nos encontramos con tres castas: los que llamaremos Uruk-Hai (el ‘infierno Wachowskiano para quienes fueron malos), los vayesianos (una especie de ‘purgatorio’ para quienes mostraron su humanidad e irregularidad moral), y otra especie de ‘cielo tecnológico’ para aquellos que fueron buenos. Y por supuesto, a la más santa y mártir de todas la reservan el puesto de ‘diosa’ y al más ruin y malo el de ‘diablo’.


Partiendo de estos dos conceptos nietzschianos acompañados con varios comentarios científicos -p.e. a la física cuántica y teoría de la relatividad-, guiños religiosos -nombres bíblicos: Adam, Isaac, etc., y personajes mesiánicos-, filosofía y religión oriental -karma, reencarnaciones, y un toque Zen-, los directores arrojan panfletos y discursos sobre temas varios entrelazados: la tolerancia sexual y racial, la importancia del amor más allá de cualquier convención (incluida la muerte, claro), la existencia de una Verdad (‘ver-verdad’), la importancia de ser bueno en la vida, la fe, la ruptura del estatu-quo y las convenciones, y la importancia de ser fiel a los sentimientos y valores que uno siente, pues, un sacrificio moral “no es más que una gota en el océano que no cambiará el mundo pero, el océano se compone de gotas”. ¡Puaj! Quien guste de escuchar obviedades en una retórica cursi con tufo a misticismo a lo Paulo Coelho, disfrutará enormemente con la película.

El trio Wachowski-Tykwer ha logrado un coctel de pseudociencia, pseudoreligión y pseudofilosofía capaz de romper con la narración lineal y el tiempo basándose en la teoría de la relativiad, el eterno retorno y las múltiples rencarnaciones; pero incapaz escapar de la pretenciosidad y megalomanía de una propuesa que se recrea en discursos ridiculamente solemnes, donde con la excusa de la ciencia se desarrolla una metafísica vacua y deleznable. Me temo que El Atlas de las Nubes entra sin duda en esa clase de películas de las que hablaba que tratan de dar una inmensa visión del mundo, pretendidamente original y trascendental, en un único y superficial nivel de lectura (de nuevo Mr. Nobody).  Esta megalomanía, claro está, no renuncia al espectáculo con un inmenso presupuesto, enormes recreaciones digitales en busca de una ‘belleza’ artificial ajena a la dirección -i.e. los continuos atardeceres y cielos informatizados-, y escenas de acción a lo Matrix en cámara rápida. Es digno de reconocimiento, eso sí, el esfuerzo que se ve que han dedicado al montaje de las distintas narraciones.

Y es una lástima, porque las historias por separado bien podrían merecer la pena como un producto menor si se hubieran centrado en ellas. Así la historia de Seul podría ser un sucedáneo de Matrix contaminado por V de Vendetta y bastante épico; la historia del viejo una comedia decente; o la historia del músico homosexual una de esas películas románticas que tanto gustan a los americanos. 

Durante todo el visionado no pude evitar la sensación de que Lana y su hermano me querían convencer de algo, como si tuvieran nada que justificar. En cualquier caso, espero que a Larry/Lana le haya salido mejor su cambio de sexo que al agente Smith en su nueva encarnación: Bill Smoke. Los hermanitos del alma tratan de sostener un mundo sobre sus hombros, se creen Atlas, pero no son más que nubes… Esperemos que se disipen pronto.